¿Recuerdas el primer contacto físico que hubo entre nosotros? Yo sí. Te había dicho que no soportaba la idea de que alguien viniera a abrazarme porque le apetecía, que tenía miedo de sentir y, por eso, evitaba cualquier tipo de contacto que pudiera haber entre dos personas. No quería volver a sentirme vulnerable ante alguien, estaba preparada para todo pero no para querer a una persona por muy feliz que me sintiera a su lado; pero a ti las normas nunca te han gustado, así que mis palabras quedaron en el aire aquella noche.
Estábamos hablando en la plaza junto al árbol de Navidad, nosotros y dos amigos más, hacía frío y tú no dudaste en prestarme tu sudadera para que entrara en calor. Hablábamos y hablábamos de muchas cosas, gastábamos bromas y yo no podía parar de reír, entre todo el desastre de aquel momento (derivado en otra circunstancia), me sentía estupendamente. Empezaste a molestarme buscándome las cosquillas y yo te pedía que, por favor, pararas pero me hacía gracia igualmente, incluso se me ocurrió la flamante idea de hacer una carrera con los coches y los tres aceptaron.
Ese fue el momento. El momento en el cual te dejé a la espalda para marcharme y tú me abrazaste a traición, tuviste que notar en un primer instante la tensión, creo que me quedé rígida porque no sabía muy bien que hacer pero tu calidez me fue relajando y disfruté el abrazo. Lo disfruté como una niña pequeña, hacía mucho que nadie se acercaba a mi de aquella manera y menos aún yo dejarlo hacer. Me dejé llevar simplemente y me gustó.
Sin embargo, me asusté y, por eso, no me subí en tu coche para "correr" porque me asustaba el hecho de que pudiera pasar algo más, yo no estaba preparada, llevaba mucho huyendo de algo que tú querías traer a mi vida. Y uno de nuestros amigos paró el coche, y preguntó por ti y le dije que se olvidara que sólo seríamos amigos. Y le mentí. Ni siquiera dejé que me llevaras a casa, quizás me despedí un poco arisca.
Hoy te digo que no te tenía miedo, me tenía miedo a mi misma, a lo que pudiera sentir y estaba sucediendo cada vez que te acercabas.
Creo que pasé esa noche pensando en muchas cosas relacionadas con el hecho de que me sintiera tan cómoda y a la vez tan asustada, aunque debo admitir que tú esa misma noche conseguiste con un gesto débil derribar, una vez más, otra de mis barreras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario